El arte de saber pedir y saber recibir.

Explorando la importancia de solicitar ayuda y recibirla y cómo transforma nuestras vidas.

No sabes pedir ni recibir.

Contra el vicio de pedir está la virtud de no dar. ¿Qué tienen los refranes para que calen tanto?

En este refrán concreto, podemos decir que “el vicio” se refiere a un exceso de peticiones, ¿y acaso no nos han repetido mucho que “todo exceso perjudica"?

Me he dado cuenta de que muchísimas mujeres no saben pedir y, por ende, tampoco saben recibir. Y no me voy a excluir del paquete porque, de hecho, es algo que yo misma sigo trabajando. Y es una razón más para tratar hoy este tema.

Lo dicho, en este episodio hablamos de este tema tan fundamental en nuestras vidas: la importancia de saber pedir y saber recibir.

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A menudo, las mujeres estamos condicionadas a ser cuidadoras, a ser generosas, a dar sin pedir nada a cambio. Pero ¿qué pasa cuando necesitamos algo? ¿Qué pasa cuando nuestras propias necesidades no están cubiertas? Pasa que esta situación nos puede hacer la vida más difícil e incluso menos placentera.

No saber pedir y no saber recibir, no son condiciones que desarrollamos de la nada. Me atrevería a decir que es algo que proviene de los contextos y circunstancias que nos han hecho ser las personas que somos.

Tal vez creciste sin poder contar con las personas que te rodeaban y aprendiste que debéis resolver todo tú sola. Tal vez no había demasiado en tu hogar y aprendiste que pedir sería molestar y tus necesidades podían esperar.

Tal vez te hicieron sentir mal cada vez que aspirabas a tener más y aprendiste a conformarte incluso cuando no era necesario. Puedo seguir citando escenarios como este, pero la realidad es que esto surgió de alguna parte, de algún incidente.

Aunque el acto de pedir no goza de buena prensa, en realidad nos puede reportar algunos beneficios, claro, siempre que esto se haga de forma sana.

Saber pedir no solo nos ayuda a reconocer nuestras necesidades, también puede fortalecer nuestras relaciones, ya que hacer este gesto, le da a la otra persona la oportunidad de sentirse útil y aliviar nuestras cargas.

Vamos a hacernos las preguntas importantes del día:

¿Qué tan malo sería empezar a pedir? ¿Qué tan malo sería empezar a recibir?

Desde mi punto de vista, un valor fundamental en las relaciones es la reciprocidad. Si crees que una relación donde hay desequilibrio va bien, tarde o temprano alguien se va a quitar la venda de los ojos. Las relaciones donde falta reciprocidad suelen ser dañinas y poco sostenibles con el tiempo.

Es importante mantener un equilibrio entre lo que se da y lo que se recibe y para cada persona lo que entra en valor es diferente, pero se tiene que ver como equitativo.

Considero que saber pedir y saber recibir puede ser un acto de amor tanto hacia uno mismo como hacia los demás. Por eso, me gustaría cerrar este episodio con algunos ejercicios prácticos o estrategias para aprender a pedir y recibir:

1. Practica la gratitud: reconoce y agradece lo que recibes. La gratitud hace que las personas estén abiertas a darte, a veces, sin que tengas que pedir.

2. Establece límites: aprende a decir “no” cuando es necesario. Por ejemplo, no siempre voy a dar, y dar y dar sin recibir nada a cambio. Sobre todo, no voy a dar en detrimento de mi propio bienestar.

3. Acepta cumplidos: recibe los elogios con gracia en lugar de restarles valor. Parece muy básico, pero muchas mujeres no sabemos aceptar cumplidos.

4. Permitir que otros ayuden: abrirse a recibir apoyo en momentos difíciles. Para recibir tienes que estar abierta a la idea de que no tienes porqué hacerlo todo solo.

  1. Pero no menos importante: espera lo mejor de las personas. Siento decirlo, pero hay mucha gente que va por la vida esperando que todo el mundo sea una decepción. Spoiler: si esperas que la gente te decepcione, te va a decepcionar.

    Muchas veces, vas a provocar tu misma esa decepción con tu actitud. No digo que no seas prudente en casos que ves motivos para serlo, pero ábrete a la idea de que la gente te sorprenda para bien, en lugar de lo contrario y verás que algunos pequeños milagros empezarán a ocurrir.

Esto ha llegado a su fin y me gustaría invitarte a empezar a pedir y a saber recibir. Y empiezo yo: si te ha gustado esta lectura, compártela con otra chica o mujer a la que le puede gustar.

Gracias por compartir este momento conmigo.

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